La campaña consistió en colocar vallas digitales que mostraban únicamente el patrón de estrellas azules y blancas del envoltorio del Ricardito, sin texto, logo ni ninguna otra información. Esta estrategia minimalista y nostálgica generó una conversación masiva en redes sociales y medios, con usuarios reconociendo el diseño al instante y especulando sobre el regreso del producto.